domingo, 30 de diciembre de 2007

Familias numerosas: heroínas invisibles (artículo ABC)


POR M. J. PÉREZ-BARCO
MADRID. Las familias numerosas se sienten invisibles, discriminadas, minusvaloradas, al menos en su dimensión social, aunque cada uno individualmente reconozca su mérito y esfuerzo. La desprotección a la que se ven sometidas por parte del Estado y las diferentes administraciones también les duele. Pero siguen adelante. Y hoy buena parte de ellas saldrán a la calle, al macroencuentro que tendrá lugar en Colón, para celebrar que existen y disfrutan de su propia identidad.
Ya no son tantas como eran, pero no pierden su camino. La sociedad española ha cambiado hasta tal extremo que lo que hace treinta y cinco años suponía una forma habitual de convivencia y un proyecto de vida, ahora se ha convertido en un fenómeno que, cuando menos, causa gran sorpresa. Ya no resulta frecuente tener tres o más hijos. Son muchas más las parejas (en concreto, más de seis millones) que se deciden sólo por uno o dos vástagos.
En segunda fila
Por tanto, las familias numerosas han pasado a ocupar un segundo plano. Hoy día suman 572.932, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). No obstante, existen otros 700.000 hogares donde viven tres o más hijos, aunque no ostente el título de familia numerosa por diversos motivos.
Pero no fue siempre así. En 1970, más de dos millones de matrimonios optaron por una densa prole. En el censo de aquel año incluso se catalogaban las familias de diez hijos, por entonces 53.178. Hoy el INE ni siquiera aporta ese dato, sino que habla de los hogares a partir de cinco hijos o más, y en total no llegan a 40.000.
La incorporación de la mujer al mundo laboral ha tenido mucho que ver. Se trata de un arma de doble filo, como explica la presidenta de la Federación Nacional de Familias Numerosas, Eva Holgado, porque eso ha supuesto que «a la mujer no se le deje elegir entre cuidar o no de sus hijos. Socialmente se la apoya para trabajar fuera de casa, pero no se la respalda económicamente cuando necesita tiempo para cuidar de sus hijos». Además, aporta otra reflexión: «Una madre de familia que atiende en casa a sus hijos ahorra muchos costes al Estado».
Por eso, desde esta organización se defiende la conciliación de la vida laboral y familiar como la gran apuesta de futuro. Las mujeres quieren tener más hijos. «Y se precisa de una conciliación real -insiste Holgado-. Medidas como la reducción de jornada suponen un quebranto económico para muchas familias».
Y es que llegar a final de mes para estos hogares no resulta tarea fácil. Las ayudas que ha puesto en marcha el Gobierno de poco sirven. «Todas las prestaciones económicas están sujetas a límites de renta bajísimos y se conceden a familias que rayan la pobreza. Otras muchas no pueden acceder a ellas, porque gozan de mayores ingresos, pero es que también tienen cuatro o cinco hijos y, por tanto, la renta se distribuye entre mayor número de personas. Es imprescindible que las ayudas se gestionen teniendo en cuenta el número de miembros que integran cada familia», aduce la presidenta de la Federación.
No le falta razón. El ejemplo más inmediato es el famoso «cheque bebé». Las familias reciben 2.500 euros por el nacimiento de un hijo, cantidad que aumenta a 3.500 euros en el caso de familia numerosa. «Sin embargo, esos mil euros adicionales sólo los perciben hogares cuyos ingresos anuales no superan los 16.000 euros. Con ese sueldo no puede vivir una familia numerosa. Es decir, el Gobierno lo que ha hecho es conceder una ayuda asistencial para las que lo están pasando muy mal».
Las familias numerosas no piden ayudas, sino justicia y equidad. Holgado explica esta filosofía: «El país precisa un relevo generacional y el único colectivo que lo garantiza son las familias numerosas. Los hijos significan un activo para la sociedad. Aportamos mano de obra, más impuestos indirectos, mayor PIB al Estado... Por tanto, reivindicamos que se nos trate equitativamente a lo que damos. Y no recurrir a actuaciones heroicas de parejas que deciden tener hijos sin ningún apoyo».
Promesas «incumplidas»
Sienten que desde el actual Gobierno reciben una de cal y otra de arena. Si bien el «cheque bebé» es un primer paso, faltan otros compromisos «incumplidos» por el PSOE y que además figuraban en su anterior programa electoral. «El actual presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió, en el Congreso de Familias de 2004, cuando todavía era líder de la oposición, a extender la paga de cien euros al mes a todas las madres, trabajadoras o no, e incluso a aumentar esa cuantía», protesta Holgado. A fecha de hoy, ni lo uno ni lo otro se ha visto plasmado en la realidad.
Y es que, si se suma, son muchos los frentes en los que las familias numerosas sienten la desprotección. Las deducciones por hijo a cargo en la declaración de renta se han incrementado, pero «realmente sólo se ha actualizado el IPC de los últimos seis años», matiza.
La vivienda es otro gran paradigma. Casas más grandes para dar cobijo a una densa progenie resultan carísimas. «Familias con uno o dos hijos viven en pisos de 80 metros cuadrados -explica Holgado-. Las numerosas lo hacen en esos mismos pisos o en otros de 120. Cuentan con más miembros, pero los metros no aumentan en la misma proporción».
Las familias numerosas siguen comprometidas en su lucha, haciendo oír sus reivindicaciones. Hoy muchas saldrán a la calle para hacerse valer. Como los dos siguientes casos que han abierto las puertas de sus casas a ABC.
«Abiertos a la vida»
Hoy acuden a una cita ineludible: al encuentro de Colón, «un momento de celebración para mostrar a los ciudadanos, y a nosotros mismos, el gran valor que tiene la familia cristiana para toda la sociedad». Así lo entienden Marta y Ernesto, un matrimonio madrileño que junto a sus cuatro hijos -el mayor de ocho años y el más pequeño de cinco meses- no quieren perder la oportunidad de asistir a una fiesta.
Se trata de un vivo ejemplo de esas parejas «heroicas» que en el día a día se han visto solas para sacar adelante a una amplia descendencia. La primera en sentir las «injusticias» y que las cosas tienen que cambiar fue Marta. Su carrera profesional como periodista en un medio de comunicación nacional se vio diezmada a la hora de iniciar un proyecto de vida familiar. «Los horarios eran interminables. Por eso, opté por una consultora de comunicación con una jornada que me permitiese compatibilizar el trabajo con el cuidado de los niños. Teníamos claro que uno de los dos se debía encargar más de los hijos».
Tiempo para los hijos
Ella dedica las tardes exclusivamente a los pequeños. «Hago los deberes y juego con ellos, vamos a las revisiones médicas...». Lo que se puede permitir gracias a que también se acogió a una reducción de jornada. No obstante, Marta defiende «a ultranza que no es necesario trabajar diez horas para ser un buen profesional, porque va en función de la capacidad y talento de cada uno. Y esto es un cambio cultural que tienen que acometer las empresas: un trabajador satisfecho, valorado y motivado es rentable». Ernesto, delegado en Madrid de una compañía bilbaína, se siente un privilegiado «porque puedo acudir a casa ante cualquier urgencia, ya que trabajo muy cerca, apenas a diez minutos». Y así, día a día superan con sus alegrías y penas los baches de la vida. Reconocen haber perdido poder adquisitivo. «El sueldo se va en comer, en pagar la hipoteca y a la persona que hemos contratado para que nos ayude con los niños. Llegamos al límite a final de mes».
Eso sin contar con que, para ofrecer a sus hijos una educación acorde con sus expectativas, se han visto obligados a buscar fuera de Alcobendas, su lugar de residencia, y dirigirse a Madrid. «Es un colegio concertado y ni siquiera este año hemos podido acceder a las ayudas de comedor porque el nivel de renta es bajísimo».
Ya no se permiten sus viajes, ni sus escapadas de fin de semana. Pero los niños compensan, «suman puntos. Ellos forman parte de la manera en la que nos sentimos realizados como personas y como padres. Gracias a ellos, estamos abiertos a la vida».
Ejemplo de generosidad
«Estamos aquí, existimos, y nos sentimos orgullos de ser como somos». Ese es el mensaje que llevarán Ana y Carlos a Colón. Este matrimonio también irá acompañado de sus cinco hijos, el mayor de 12 años y el más pequeño de 21 meses.
Mantienen la esperanza porque se han percatado de que día a día «existe mayor sensibilidad hacia las familias numerosas», aunque todavía «debe producirse un gran cambio de mentalidad», pues insisten en que las ayudas que recibe este colectivo «son mínimas».
«Por ejemplo, la beca de libros y material escolar sólo ha cubierto el 30% de los gastos para cuadernos, libros, bolígrafos... que hemos pagado este año». Y eso que se sienten privilegiados. Ana es profesora de matemáticas en un instituto y no ha tenido que pedir reducción de jornada laboral ni renunciar a su profesión. Él, administrador de infraestructuras ferroviarias. Los horarios laborales de este matrimonio les permiten atender a los niños. Pero todo tiene un precio: «Aunque ganemos más, somos siete personas, pagamos cuatro colegios y una guardería. Y vivimos en una casa de 83 metros cuadrados con tres habitaciones y una terraza. No nos podemos plantear comprarnos otra vivienda, ni siquiera de protección oficial. Y en ese sentido sí nos sentimos desprotegidos».
Esa generosidad por sus hijos es la que a ellos les da la vida cada día, aunque muchos se sorprendan o les parezca una locura tener tal progenie.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Valores no negociables

Reproducimos artículo publicado por Eulogio López, en la Hispanidad, subrayando aquellas frases que más nos interesa destacar.

El amigo Burke, Edmund para los amigos, aseguraba que “para que triunfe el mal sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. Falta poco para las próximas elecciones generales en España y hay una serie de españoles huérfanos. Me refiero a los católicos coherentes con su fe, entre los que deberían contarse, supongo, los ocho millones que pierden una hora de su día de descanso para hacer algo tan poco popular, y en principio tan poco divertido, como acudir a misa.
El Partido Popular está feliz. No tiene por qué preocuparse del voto cristiano, por dos razones:

1. Por el gran invento de esa estadista luminoso que fue José María Aznar, quien, ayudado por esa otra lumbrera llamada Pedro Arriola, y por un montón de almas laicas, sentenció que “el voto católico no existe” y...
2. Porque las formaciones extraparlamentarias que han tratado de obtener ese voto han sufrido la merma propia de los católicos en el foro: en cuanto se reúnen dos surge una herejía, un cisma o una apostasía. En resumen, una bronca enorme. Entre católicos, ya se sabe, el número ideal de socios es impar e inferior a 3.

Por tanto, don Mariano se puede permitir el lujo de abofetear a los católicos cuanto les plazca mientras se rinde, sumiso y servil, ante ese voto de centro que vaya usted a saber qué es. Porque claro, los católicos tienen que votar al PP, sí o sí.

Y así es como llegamos a la gran paradoja: un país con ocho millones de católicos practicantes y un 70%, unos 30 millones de personas, que se dicen católicos, pero en el que dos partidos que promulgan leyes anticristianas -sí, anti-, como son el PSOE y el PP, se reparten el 85% de los votos. Curioso ¿no?

Ahora bien, ¿qué es una política cristiana? Pues como no nos vamos a poner de acuerdo entre la parroquia, acudamos al Papa. En su carta pastoral Sacramentum Caritatis, Benedicto XVI nos sorprendía con el siguiente párrafo:
“Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas.(230) Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana.(231) Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado”.

¿Ven qué fácil? Vida, familia, libertad educativa y bien común. La vida la han fastidiado por igual PP y PSOE. Éste introdujo el aborto, pero aquel inició la masacre de embriones y potenció en España el aborto químico, con la píldora abortiva y la postcoital. El PSOE se lleva la palma en ataques contra la familia, con el gaymonio y, aún más, con el divorcio express. En educación, el PSOE vende relativismo y el PP liberalismo, el PSOE le cede el poder a los funcionarios y el PP a los empresarios: ambos consideran que creer en algo es una forma de fanatismo y ambos odian el cheque escolar. Respecto al bien común es algo tan concretable como cualquier otra cosa. Ahí el PSOE lleva ventaja al PP, con una apuesta por la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), que un católico sólo puede aplaudir con ganas y del que sólo puede surgir una crítica: los salarios bajos aún siguen siendo bajos en España, con ellos es difícil formar una familia numerosa, familia que, en el mundo actual, constituye la marca de fábrica de una existencia comprometida. Y luego salario maternal.

A estos cuatro principios no-negociables, yo añadiría un quinto, asimismo repetido tanto por este Papa como por su antecesor: la libertad religiosa, verdadera piedra angular de las libertades individuales en el siglo XXI.
Ahora bien, decía Einstein que es más fácil romper el átomo que romper un prejuicio. Por tanto, es necesario olvidar las éticas y comprender que las ideologías hace tiempo que transitaron por el crepúsculo y ahora viven en noche oscura; de ellas, sólo queda precisamente eso: prejuicios. Por tanto, lo lógico es que esos cinco principios constituyan un banderín de enganche para quien quiera apuntarse, independientemente de su estación de procedencia. Es igual que venga de la derecha o de la izquierda, del liberalismo o del socialismo, del centralismo jacobino o del nacionalismo soberanista. Si cree en la vida, la familia natural, la libertad de enseñanza, la justicia social -o concreción moderna del bien común- la libertad de culto, los cinco principios no negociables... entonces puede apuntarse a esta agrupación electoral, a esta coalición, modelo Izquierda Unida, donde cada partido, formación o asociación, puede sentirse cómodo... sea cual sea su origen.

Lo que está claro es que los cristianos, o aquellos que crean en esos cinco principios, independientemente de su credo, no podemos perpetuar ese mal menor, que amenaza con ser mayor, el llamado centro-reformismo, es decir, el Partido Popular.
¿Quién se apunta al manifiesto de los 5 principios no negociables?
Eulogio López

viernes, 30 de noviembre de 2007

Preguntas y respuestas sobre el cheque escolar (Por Enrique de Diego)


Un bono por el coste del puesto escolar con el que cada familia acude al colegio de su elección es la propuesta del Nobel de Economía, Milton Friedman, para liberalizar el último reducto del estatismo: la enseñanza.
Se ha convertido en un tabú intelectual. Una de esas propuestas silenciadas, que se perfila como la solución para el creciente colapso del modelo educativo y de su creciente estatalización. A través de preguntas y respuestas, ofrecemos una divulgación de las claves fundamentales del cheque escolar.
¿En qué consiste?
Las ayudas del Estado se transfieren directamente a las familias, de forma que éstas son las que deciden el centro al que envían a sus hijos. La ayuda por cada niño escolarizado se corresponde con el coste del puesto escolar.


¿Cuál es el efecto sobre el modelo educativo?
Introduce la competencia. Los centros han de mejorar su oferta para dar satisfacción a sus clientes. Eso eleva la calidad.


¿Y sobre el pluralismo?
Habría una mayor diversidad de la oferta, porque grupos minoritarios de padres podrían estar interesados en que la educación de sus hijos incidiera más en algún aspecto concreto, por ejemplo, la música.


¿Y sobre el profesorado?


Tendría un incentivo para desarrollar una profesión indudablemente profesional, evitando los efectos de la burocratización. Muchos profesores podrían querer unirse para poner en marcha sus criterios pedagógicos. Los colegios estarían, además, interesados en fichar a los profesores más creativos, dinámicos y preparados.

¿Quién tendría el poder en el sistema educativo?
Indudablemente, los padres, pues ellos decidirían a qué colegios desean llevar a sus hijos.
¿Podrían los colegios cobrar cantidades adicionales por actividades extraescolares?
Es una opción dentro del cheque que, en cualquier caso, cubriría el coste de la enseñanza.


¿Tendría algún otro efecto el cheque escolar?
Resolvería cualquier conflicto lingüístico, porque los padres elegirían la enseñanza para sus hijos, sin estar condicionados por los políticos.


¿Qué papel le quedaría al Estado?
Establecería los mínimos exigibles de la educación y ejercería la inspección.

¿Por qué es tabú hablar del cheque escolar?
Porque cuestiona los estatus de las cúpulas sindicales de docentes y de las patronales, y quita el poder a los políticos para desarrollar procesos de ingeniería social educativa.

¿Se ha experimentado esta opción educativa?
Funciona en Suecia, Nueva Zelanda y Australia, en cinco regiones italianas, en varios Estados norteamericanos... En España, el Ayuntamiento de Valencia desarrolla una iniciativa limitada en las escuelas municipales.


¿Cuáles han sido sus efectos en la práctica?
Reducción del gasto público y mejora de la calidad. En Estados Unidos, los experimentos se han puesto en práctica en barrios deprimidos con escuelas conflictivas y los resultados han sido excelentes.


¿No quedarían sin atender zonas rurales o deprimidas?
La enseñanza es un sector con comportamientos similares a cualesquiera otro económico. No hay lugar que queda desabastecido de panaderías. Una enseñanza estatal es un modelo tan ineficiente como una minería o una siderurgia estatales.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Utah: Rechazado el cheque escolar

Firmado por Aceprensa Fecha: 21 Noviembre 2007
Por amplia mayoría (62%), los electores de Utah han dicho no al cheque escolar en el referéndum celebrado el pasado 6 de noviembre. El programa de cheque ahora derogado iba a ser el más amplio del país, pues habría dado derecho a todas las familias del estado a recibir de 500 a 3.000 dólares por alumno, según su capacidad económica, para llevar a sus hijos a la escuela, pública o privada, que eligieran (ver Aceprensa 21/07 y 51/07). La campaña en contra, organizada por un grupo de ciudadanos pero pagada principalmente por la National Education Association y otros sindicatos de profesores, alegaba que el cheque perjudicaría a las escuelas públicas al detraerles recursos. Los partidarios, financiados en la mayor parte por un empresario, insistían en la libertad de elegir escuela; pero el argumento ha hecho poca mella en muchos electores, como los de zonas rurales (casi la cuarta parte de la población), donde no hay más colegios que los públicos.

domingo, 25 de noviembre de 2007

En Utah se vota sobre el cheque escolar


Este martes los electores de Utah acudirán a las urnas para decidir si su estado se convierte en el primero de la nación en ofrecer cheques escolares. La aprobación del referéndum 1 haría elegibles a todos los escolares que estudian en centros públicos para recibir unos vales por valor de entre 500 y 3000 dólares al año, dependiendo de los ingresos familiares. Los padres podrán utilizarlos para enviar a sus hijos a centros privados.
Qué gran idea. Por fin los padres normales tendrán las mismas opciones que los padres ricos siempre han tenido. La competencia resultante conducirá a la creación de mejores escuelas privadas e incluso mejorará los centros del gobierno.
Pero espere, que los sospechosos habituales han declarado la guerra contra los cheques escolares. Su plataforma se hace llamar Habitantes de Utah por la Escuela Pública y en ella, como era previsible, está la Asociación de Educación de Utah (el sindicato de profesores), la Asociación de Juntas Escolares de Utah, el Sindicato de Empleados de la Educación de Utah, las asociaciones de directores de centros de primaria y secundaria, la Asociación de Superintendentes Escolares de Utah y la PTA. "¡No a los cheques! – protestan –. Confíe en nosotros. Sabemos lo que es mejor para sus hijos." Dicen estar totalmente a favor de mejorar la educación, pero no facilitando a los padres la elección del centro escolar:
En lo que respecta a proporcionar a cada niño de Utah una educación de calidad, estamos seguros, al igual que la mayor parte de los norteamericanos, de que las mayores esperanzas de éxito residen en invertir en reformas avaladas por la investigación. Entre ellas están las cosas que tanto padres como profesores saben que marcarán la diferencia en el aula, como son clases con menos alumnos e inversión en programas de desarrollo del profesorado. Centrarse en este tipo de reformas llevará a éxitos mucho mayores que desviar dinero del contribuyente a un sistema de educación alternativo.
Por favor. Llevo años escuchando esa canción. Las escuelas públicas estadounidenses fracasan gastando de media más de 11.000 dólares por estudiante. Utah gasta 7500 dólares. Piense en lo que haría un empresario de la educación innovador con tanto dinero. ¡Son más de 150.000 dólares por clase! La respuesta a una enseñanza pública mediocre no es conceder al monopolio gubernamental mas "programas de desarrollo del profesorado". La respuesta es la competencia.
Los burócratas y los sindicatos se echan a temblar de sólo pensarlo. En mi especial de 20/20 sobre educación, un profesor tuvo las narices de comentar con desprecio: "¡La competencia no es para niños!" Todo lo contrario. La competencia y la posibilidad de elegir equivalen a devolverles el poder a los padres. Es a ellos a quienes realmente teme el lobby de la educación. Lo último que quieren es un sistema en el que los padres puedan elegir el centro que consideren mejor para sus hijos. Los malditos podrían elegir escuelas que no estuvieran dominadas por los sindicatos. Mejor no darles la oportunidad.
Los detractores de los cheques escolares ya lograron forzar un referéndum sobre la ley, esperando un veto de los votantes. Espero y deseo que no lo hagan.
Los cheques conseguirán que los centros rindan cuentas a los padres en lugar de a una burocracia. Directores y administradores tendrán que convencer a los padres de que están haciendo un buen trabajo. Eso es asumir de verdad la responsabilidad. Y la ley de Utah exige que los centros privados se sometan a auditorías financieras independientes y realicen a sus estudiantes un examen nacionalmente homologado cada año. Los resultados serán dados a conocer públicamente, dando a los padres información que podrán utilizar para evaluar los centros.
Esta coalición contraria a los cheques afirma que sólo beneficiarán a los niños que habrían ido de todas formas a centros privados. Pero la Campaña Vota por el 1 señala que los alumnos que actualmente estudian en centros privados sólo recibirían cheques si sus familias tienen ingresos bajos. De modo que la ley concedería nuevas oportunidades a padres e hijos que a día de hoy no tienen ninguna opción en absoluto.
La coalición afirma que "los cheques costarán al menos 429 millones de dólares; unos fondos que podrían utilizarse en los centros públicos para reducir el tamaño de las aulas y proporcionar libros de texto gratuitamente". Pero los partidarios de los cheques observan que, puesto que de media cada cheque escolar costaría 2.000 dólares y el estado gasta más de 7.500 dólares por alumno, las escuelas públicas tendrían 5500 dólares por cada estudiante perdido para gastar en los demás. Deberían darse por satisfechas con eso.
Desde hace más de un siglo, los niños norteamericanos han estado en manos de burócratas de la educación. Durante más de 40 años, el sistema público ha estado dominado por un sindicato proteccionista de profesores que antepone sus intereses a los de los niños que le son confiados a sus miembros. Los resultados son lo que se debe esperar de un monopolio financiado con dinero extraído a la fuerza al contribuyente: mala calidad, falta de innovación y niños aburridos.
Los padres de Utah deberían ser la envidia del resto del país porque este martes tendrán la posibilidad de recuperar el control de la educación de sus hijos.

jueves, 22 de noviembre de 2007

MILTON FRIEDMAN Y EL CHEQUE ESCOLAR



Que la educación pública y gratuita es un factor de cohesión es, a mi juicio, evidente. Que sin ella la paz social es imposible, también. Que un Estado debe velar por su mantenimiento y desarrollo con el mayor celo... está fuera de discusión. Estas certezas no admiten duda; sin embargo, el debate sobre cómo gestionar los fondos para que la educación pública sea eficaz y alcance sus objetivos ya es harina de otro costal. En la actualidad, en nuestro país, el dinero del Estado para la enseñanza se canaliza en partidas presupuestarias a los centros de titularidad pública, o en conciertos en el caso de los colegios privados subvencionados.

El itinerario del dinero lleva directamente de la Administración al centro, sin pasar por el educando sujeto de esa educación. La adscripción de los chicos a los centros es estrictamente geográfica y depende de la oferta del mapa escolar en cada distrito, por lo que la familia debe mandar a su hijo al cole más cercano en circunstancias normales. Este cole forma parte de una red de centros en el territorio competente que son, en teoría, equivalentes en calidad y oferta educativa. La consecuencia de este planteamiento es la uniformización, y la incapacidad de sustraerse a ella por parte de los hogares más pobres, cuando buscan «otra cosa» para sus hijos. Las familias son diversas como lo son los individuos. Sólo tienen en común el deseo de dar a sus hijos la mejor de las educaciones posibles. Unas tienen un ideario laico, otras quieren uno religioso, unas son partidarias de la escuela comprehensiva, otras de la selectiva. En unos hogares prima el interés por lo artístico, lo deportivo, las letras, las ciencias... En otros por la iniciación al trabajo y las destrezas manuales... Unos padres quieren que se enseñe a sus hijos en inglés, catalán, español; que sean bilingües, trilingües... Es justo dar la adecuada atención a esta diversidad permitiendo la especialización en la oferta y la libertad para escogerla. La idea del cheque escolar aporta una visión alternativa y sincrética sobre este problema. Su padre es Milton Friedman, premio Nobel de Economía, quien la formuló por primera vez en los años cincuenta. Consiste, resumiendo mucho, en que el Estado paga la educación de los niños directamente a sus familias con una cantidad fija por alumno, en lugar de financiar sus escuelas. Las padres reciben un cheque escolar, que sigue al niño a un centro u otro en función de las prioridades que éstos busquen, ideario, especialización educativa, idioma, etcétera. De aplicarse este sistema del cheque escolar y la liberalización de la oferta educativa, los centros públicos no recibirían una asignación fija y tendrían que competir entre sí para captar los cheques de las familias, mejorando así su nivel y eficiencia.

El Estado garantiza la escolarización de sus ciudadanos y a la vez no impone dónde y cómo ha de ser ésta, sino que permite al individuo la libertad de elegir y pone a los centros ante la obligación del reciclaje y la actualización para no perder alumnos y sobrevivir.

La calidad prevalece gracias a la mano invisible del mercado en una síntesis entre liberalismo y estatalismo: la educación sigue siendo pública y gratuita, los padres pueden elegir la que consideren oportuna para sus hijos, los centros compiten entre sí, y los niveles de calidad suben. Todos salimos ganando.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Rajoy se raja

Tan dificil es?

Rajoy dice que el cheque escolar “es de muy difícil implantación técnica”, aunque “lo estamos estudiando”
El líder del PP desvela detalles de su programa electoral: un endurecimiento de la Ley del Menor, una ley para que se pueda estudiar español en cualquier lugar de España, la supresión de Educación para la Ciudadanía, medidas medioambientales y su "propia reforma de la Constitución" que no exija referéndum. Critica la política económica del Gobierno: "olvida que existen hipotecas, salarios muy bajos, que los precios han crecido de forma desmesurada, la cuantía de las pensiones y las dificultades que tienen las familias para llegar a fin de mes"

Opina un experto

Les pido perdón. La semana pasada escribí entusiasmado sobre la posibilidad de Utah de tener vales de educación. A estas alturas ya sabemos que los votantes dijeron no. Pero aunque hubieran hecho lo contrario, y pese a que el experimento de los cheques escolares es buena cosa, en todo caso muy superior a un monopolio dirigido por el Gobierno, me pregunto si no fui demasiado entusiasta.
En palabras de Sheldon Richman, editor de la revista The Freeman y autor de Separar a la escuela del Estado: "Que el dinero 'público' vaya a escuelas privadas no es un buen presagio para el futuro de esos centros. Observe que la ley de Utah exige que los centros privados celebren un examen homologado a nivel nacional y aprobado por el establishment educativo. Pero quien controla el examen controla el plan de estudios. Los centros tendrán que preparar a sus alumnos para ese examen. Eso reduce las posibilidades de innovar y hace que los centros privados se parezcan más a las escuelas públicas."
Es posible que el Estado realmente no pueda facilitar la elección. Sabemos que su dinero viene con condiciones. Los fondos federales para construir carreteras incluyeron como requisito leyes que obligaran a ponerse el cinturón de seguridad y la imposición de límites de velocidad de 55 millas por hora.
En los años 70, al Grove City College de Pennsylvania se le exigió por ley certificar que cumplía con el Título IX, que prohíbe la discriminación por sexos. La universidad privada de humanidades no estaba acusada de discriminación, pero no obstante planteó objeciones a la orden porque no recibía dinero federal. Los federales insistieron, diciendo que, puesto que algunos estudiantes recibían ayudas federales, eso suponía un subsidio indirecto procedente del Estado. El Grove City llevó el caso al Tribunal Supremo norteamericano y perdió.
Sería asombroso si el Estado no pusiera condiciones a sus becas. De hecho, no hacerlo parecería irresponsable. Es un buen motivo para no pedirle dinero.
Pero incluso sin condiciones directas, el dinero público corrompe a quienes lo reciben. El especialista en educación Charles Glenn escribió en 1989:
Aquellos que creen firmemente en la educación religiosa y temen que la influencia del Estado llegue con la financiación pública tienen motivos para preocuparse. Los centros católicos y protestantes en Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Canadá y Alemania Occidental han sido asimilados cada vez más por las premisas y los valores de la enseñanza pública. Este proceso no parece siquiera el resultado de un esfuerzo deliberados (...), sino de la dificultad de mantener distancias con las premisas y valores del sistema imperante por parte de un centro privado que juega según las normas públicas.
Una vez que el sistema de cheques se extienda, podemos contar con que el establishment educativo, especialmente los sindicatos de profesores, encontrará la forma de darle la vuelta para que funcione a su favor. No tendrá que buscar ideas muy lejos. Hace varios años, el New Democrat, publicado por el Democratic Leadership Council (los demócratas "moderados" a los que Bill Clinton lleva asociado desde hace tiempo) y el Progressive Policy Institute (una organización fundada por mi cuñado), recomendó que cualquier programa de cheques escolares obligase a los centros privados a admitir a todos los niños y "cumplir o superar ciertos estándares de funcionamiento para seguir recibiendo fondos del contribuyente".
El editorial, titulado Contraatacando a los cheques, afirmaba: "Una enmienda semejante convertiría en la práctica a los centros privados que recibieran cheques en Charter Schools públicas. Un centro público no se define por quién 'lo posee', sino por sus características: acceso universal y transparencia de resultados frente al público". En otras palabras, el dinero de los cheques es un obstáculo que los "edúcratas" pueden sortear.
Por supuesto, para nosotros los liberales la mejor idea es separar la escuela del Estado de un solo golpe. ¿Cómo se podrían permitir los padres la matricula? Bueno, para empezar tendrían más dinero si no tuvieran que pagar tan altos impuestos para pagar escuelas públicas gestionadas con la incompetencia que les caracteriza. Muchos centros privados hacen ya un trabajo mejor que los públicos por la mitad del coste. Por toda África, padres mucho más pobres que los norteamericanos pagan por enviar a sus hijos a colegios privados con ánimo de lucro. Las organizaciones privadas de caridad ayudarían a quienes realmente no tienen dinero para pagar la matricula, como hago yo a través de la maravillosa Student Sponsor Partners.
La educación es demasiado importante para dejarse en manos del Estado. Cuanto más libres sean padres y empresarios, mayor innovación habrá en la enseñanza norteamericana y más aprenderán los alumnos.