viernes, 30 de noviembre de 2007

Preguntas y respuestas sobre el cheque escolar (Por Enrique de Diego)


Un bono por el coste del puesto escolar con el que cada familia acude al colegio de su elección es la propuesta del Nobel de Economía, Milton Friedman, para liberalizar el último reducto del estatismo: la enseñanza.
Se ha convertido en un tabú intelectual. Una de esas propuestas silenciadas, que se perfila como la solución para el creciente colapso del modelo educativo y de su creciente estatalización. A través de preguntas y respuestas, ofrecemos una divulgación de las claves fundamentales del cheque escolar.
¿En qué consiste?
Las ayudas del Estado se transfieren directamente a las familias, de forma que éstas son las que deciden el centro al que envían a sus hijos. La ayuda por cada niño escolarizado se corresponde con el coste del puesto escolar.


¿Cuál es el efecto sobre el modelo educativo?
Introduce la competencia. Los centros han de mejorar su oferta para dar satisfacción a sus clientes. Eso eleva la calidad.


¿Y sobre el pluralismo?
Habría una mayor diversidad de la oferta, porque grupos minoritarios de padres podrían estar interesados en que la educación de sus hijos incidiera más en algún aspecto concreto, por ejemplo, la música.


¿Y sobre el profesorado?


Tendría un incentivo para desarrollar una profesión indudablemente profesional, evitando los efectos de la burocratización. Muchos profesores podrían querer unirse para poner en marcha sus criterios pedagógicos. Los colegios estarían, además, interesados en fichar a los profesores más creativos, dinámicos y preparados.

¿Quién tendría el poder en el sistema educativo?
Indudablemente, los padres, pues ellos decidirían a qué colegios desean llevar a sus hijos.
¿Podrían los colegios cobrar cantidades adicionales por actividades extraescolares?
Es una opción dentro del cheque que, en cualquier caso, cubriría el coste de la enseñanza.


¿Tendría algún otro efecto el cheque escolar?
Resolvería cualquier conflicto lingüístico, porque los padres elegirían la enseñanza para sus hijos, sin estar condicionados por los políticos.


¿Qué papel le quedaría al Estado?
Establecería los mínimos exigibles de la educación y ejercería la inspección.

¿Por qué es tabú hablar del cheque escolar?
Porque cuestiona los estatus de las cúpulas sindicales de docentes y de las patronales, y quita el poder a los políticos para desarrollar procesos de ingeniería social educativa.

¿Se ha experimentado esta opción educativa?
Funciona en Suecia, Nueva Zelanda y Australia, en cinco regiones italianas, en varios Estados norteamericanos... En España, el Ayuntamiento de Valencia desarrolla una iniciativa limitada en las escuelas municipales.


¿Cuáles han sido sus efectos en la práctica?
Reducción del gasto público y mejora de la calidad. En Estados Unidos, los experimentos se han puesto en práctica en barrios deprimidos con escuelas conflictivas y los resultados han sido excelentes.


¿No quedarían sin atender zonas rurales o deprimidas?
La enseñanza es un sector con comportamientos similares a cualesquiera otro económico. No hay lugar que queda desabastecido de panaderías. Una enseñanza estatal es un modelo tan ineficiente como una minería o una siderurgia estatales.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Utah: Rechazado el cheque escolar

Firmado por Aceprensa Fecha: 21 Noviembre 2007
Por amplia mayoría (62%), los electores de Utah han dicho no al cheque escolar en el referéndum celebrado el pasado 6 de noviembre. El programa de cheque ahora derogado iba a ser el más amplio del país, pues habría dado derecho a todas las familias del estado a recibir de 500 a 3.000 dólares por alumno, según su capacidad económica, para llevar a sus hijos a la escuela, pública o privada, que eligieran (ver Aceprensa 21/07 y 51/07). La campaña en contra, organizada por un grupo de ciudadanos pero pagada principalmente por la National Education Association y otros sindicatos de profesores, alegaba que el cheque perjudicaría a las escuelas públicas al detraerles recursos. Los partidarios, financiados en la mayor parte por un empresario, insistían en la libertad de elegir escuela; pero el argumento ha hecho poca mella en muchos electores, como los de zonas rurales (casi la cuarta parte de la población), donde no hay más colegios que los públicos.

domingo, 25 de noviembre de 2007

En Utah se vota sobre el cheque escolar


Este martes los electores de Utah acudirán a las urnas para decidir si su estado se convierte en el primero de la nación en ofrecer cheques escolares. La aprobación del referéndum 1 haría elegibles a todos los escolares que estudian en centros públicos para recibir unos vales por valor de entre 500 y 3000 dólares al año, dependiendo de los ingresos familiares. Los padres podrán utilizarlos para enviar a sus hijos a centros privados.
Qué gran idea. Por fin los padres normales tendrán las mismas opciones que los padres ricos siempre han tenido. La competencia resultante conducirá a la creación de mejores escuelas privadas e incluso mejorará los centros del gobierno.
Pero espere, que los sospechosos habituales han declarado la guerra contra los cheques escolares. Su plataforma se hace llamar Habitantes de Utah por la Escuela Pública y en ella, como era previsible, está la Asociación de Educación de Utah (el sindicato de profesores), la Asociación de Juntas Escolares de Utah, el Sindicato de Empleados de la Educación de Utah, las asociaciones de directores de centros de primaria y secundaria, la Asociación de Superintendentes Escolares de Utah y la PTA. "¡No a los cheques! – protestan –. Confíe en nosotros. Sabemos lo que es mejor para sus hijos." Dicen estar totalmente a favor de mejorar la educación, pero no facilitando a los padres la elección del centro escolar:
En lo que respecta a proporcionar a cada niño de Utah una educación de calidad, estamos seguros, al igual que la mayor parte de los norteamericanos, de que las mayores esperanzas de éxito residen en invertir en reformas avaladas por la investigación. Entre ellas están las cosas que tanto padres como profesores saben que marcarán la diferencia en el aula, como son clases con menos alumnos e inversión en programas de desarrollo del profesorado. Centrarse en este tipo de reformas llevará a éxitos mucho mayores que desviar dinero del contribuyente a un sistema de educación alternativo.
Por favor. Llevo años escuchando esa canción. Las escuelas públicas estadounidenses fracasan gastando de media más de 11.000 dólares por estudiante. Utah gasta 7500 dólares. Piense en lo que haría un empresario de la educación innovador con tanto dinero. ¡Son más de 150.000 dólares por clase! La respuesta a una enseñanza pública mediocre no es conceder al monopolio gubernamental mas "programas de desarrollo del profesorado". La respuesta es la competencia.
Los burócratas y los sindicatos se echan a temblar de sólo pensarlo. En mi especial de 20/20 sobre educación, un profesor tuvo las narices de comentar con desprecio: "¡La competencia no es para niños!" Todo lo contrario. La competencia y la posibilidad de elegir equivalen a devolverles el poder a los padres. Es a ellos a quienes realmente teme el lobby de la educación. Lo último que quieren es un sistema en el que los padres puedan elegir el centro que consideren mejor para sus hijos. Los malditos podrían elegir escuelas que no estuvieran dominadas por los sindicatos. Mejor no darles la oportunidad.
Los detractores de los cheques escolares ya lograron forzar un referéndum sobre la ley, esperando un veto de los votantes. Espero y deseo que no lo hagan.
Los cheques conseguirán que los centros rindan cuentas a los padres en lugar de a una burocracia. Directores y administradores tendrán que convencer a los padres de que están haciendo un buen trabajo. Eso es asumir de verdad la responsabilidad. Y la ley de Utah exige que los centros privados se sometan a auditorías financieras independientes y realicen a sus estudiantes un examen nacionalmente homologado cada año. Los resultados serán dados a conocer públicamente, dando a los padres información que podrán utilizar para evaluar los centros.
Esta coalición contraria a los cheques afirma que sólo beneficiarán a los niños que habrían ido de todas formas a centros privados. Pero la Campaña Vota por el 1 señala que los alumnos que actualmente estudian en centros privados sólo recibirían cheques si sus familias tienen ingresos bajos. De modo que la ley concedería nuevas oportunidades a padres e hijos que a día de hoy no tienen ninguna opción en absoluto.
La coalición afirma que "los cheques costarán al menos 429 millones de dólares; unos fondos que podrían utilizarse en los centros públicos para reducir el tamaño de las aulas y proporcionar libros de texto gratuitamente". Pero los partidarios de los cheques observan que, puesto que de media cada cheque escolar costaría 2.000 dólares y el estado gasta más de 7.500 dólares por alumno, las escuelas públicas tendrían 5500 dólares por cada estudiante perdido para gastar en los demás. Deberían darse por satisfechas con eso.
Desde hace más de un siglo, los niños norteamericanos han estado en manos de burócratas de la educación. Durante más de 40 años, el sistema público ha estado dominado por un sindicato proteccionista de profesores que antepone sus intereses a los de los niños que le son confiados a sus miembros. Los resultados son lo que se debe esperar de un monopolio financiado con dinero extraído a la fuerza al contribuyente: mala calidad, falta de innovación y niños aburridos.
Los padres de Utah deberían ser la envidia del resto del país porque este martes tendrán la posibilidad de recuperar el control de la educación de sus hijos.

jueves, 22 de noviembre de 2007

MILTON FRIEDMAN Y EL CHEQUE ESCOLAR



Que la educación pública y gratuita es un factor de cohesión es, a mi juicio, evidente. Que sin ella la paz social es imposible, también. Que un Estado debe velar por su mantenimiento y desarrollo con el mayor celo... está fuera de discusión. Estas certezas no admiten duda; sin embargo, el debate sobre cómo gestionar los fondos para que la educación pública sea eficaz y alcance sus objetivos ya es harina de otro costal. En la actualidad, en nuestro país, el dinero del Estado para la enseñanza se canaliza en partidas presupuestarias a los centros de titularidad pública, o en conciertos en el caso de los colegios privados subvencionados.

El itinerario del dinero lleva directamente de la Administración al centro, sin pasar por el educando sujeto de esa educación. La adscripción de los chicos a los centros es estrictamente geográfica y depende de la oferta del mapa escolar en cada distrito, por lo que la familia debe mandar a su hijo al cole más cercano en circunstancias normales. Este cole forma parte de una red de centros en el territorio competente que son, en teoría, equivalentes en calidad y oferta educativa. La consecuencia de este planteamiento es la uniformización, y la incapacidad de sustraerse a ella por parte de los hogares más pobres, cuando buscan «otra cosa» para sus hijos. Las familias son diversas como lo son los individuos. Sólo tienen en común el deseo de dar a sus hijos la mejor de las educaciones posibles. Unas tienen un ideario laico, otras quieren uno religioso, unas son partidarias de la escuela comprehensiva, otras de la selectiva. En unos hogares prima el interés por lo artístico, lo deportivo, las letras, las ciencias... En otros por la iniciación al trabajo y las destrezas manuales... Unos padres quieren que se enseñe a sus hijos en inglés, catalán, español; que sean bilingües, trilingües... Es justo dar la adecuada atención a esta diversidad permitiendo la especialización en la oferta y la libertad para escogerla. La idea del cheque escolar aporta una visión alternativa y sincrética sobre este problema. Su padre es Milton Friedman, premio Nobel de Economía, quien la formuló por primera vez en los años cincuenta. Consiste, resumiendo mucho, en que el Estado paga la educación de los niños directamente a sus familias con una cantidad fija por alumno, en lugar de financiar sus escuelas. Las padres reciben un cheque escolar, que sigue al niño a un centro u otro en función de las prioridades que éstos busquen, ideario, especialización educativa, idioma, etcétera. De aplicarse este sistema del cheque escolar y la liberalización de la oferta educativa, los centros públicos no recibirían una asignación fija y tendrían que competir entre sí para captar los cheques de las familias, mejorando así su nivel y eficiencia.

El Estado garantiza la escolarización de sus ciudadanos y a la vez no impone dónde y cómo ha de ser ésta, sino que permite al individuo la libertad de elegir y pone a los centros ante la obligación del reciclaje y la actualización para no perder alumnos y sobrevivir.

La calidad prevalece gracias a la mano invisible del mercado en una síntesis entre liberalismo y estatalismo: la educación sigue siendo pública y gratuita, los padres pueden elegir la que consideren oportuna para sus hijos, los centros compiten entre sí, y los niveles de calidad suben. Todos salimos ganando.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Rajoy se raja

Tan dificil es?

Rajoy dice que el cheque escolar “es de muy difícil implantación técnica”, aunque “lo estamos estudiando”
El líder del PP desvela detalles de su programa electoral: un endurecimiento de la Ley del Menor, una ley para que se pueda estudiar español en cualquier lugar de España, la supresión de Educación para la Ciudadanía, medidas medioambientales y su "propia reforma de la Constitución" que no exija referéndum. Critica la política económica del Gobierno: "olvida que existen hipotecas, salarios muy bajos, que los precios han crecido de forma desmesurada, la cuantía de las pensiones y las dificultades que tienen las familias para llegar a fin de mes"

Opina un experto

Les pido perdón. La semana pasada escribí entusiasmado sobre la posibilidad de Utah de tener vales de educación. A estas alturas ya sabemos que los votantes dijeron no. Pero aunque hubieran hecho lo contrario, y pese a que el experimento de los cheques escolares es buena cosa, en todo caso muy superior a un monopolio dirigido por el Gobierno, me pregunto si no fui demasiado entusiasta.
En palabras de Sheldon Richman, editor de la revista The Freeman y autor de Separar a la escuela del Estado: "Que el dinero 'público' vaya a escuelas privadas no es un buen presagio para el futuro de esos centros. Observe que la ley de Utah exige que los centros privados celebren un examen homologado a nivel nacional y aprobado por el establishment educativo. Pero quien controla el examen controla el plan de estudios. Los centros tendrán que preparar a sus alumnos para ese examen. Eso reduce las posibilidades de innovar y hace que los centros privados se parezcan más a las escuelas públicas."
Es posible que el Estado realmente no pueda facilitar la elección. Sabemos que su dinero viene con condiciones. Los fondos federales para construir carreteras incluyeron como requisito leyes que obligaran a ponerse el cinturón de seguridad y la imposición de límites de velocidad de 55 millas por hora.
En los años 70, al Grove City College de Pennsylvania se le exigió por ley certificar que cumplía con el Título IX, que prohíbe la discriminación por sexos. La universidad privada de humanidades no estaba acusada de discriminación, pero no obstante planteó objeciones a la orden porque no recibía dinero federal. Los federales insistieron, diciendo que, puesto que algunos estudiantes recibían ayudas federales, eso suponía un subsidio indirecto procedente del Estado. El Grove City llevó el caso al Tribunal Supremo norteamericano y perdió.
Sería asombroso si el Estado no pusiera condiciones a sus becas. De hecho, no hacerlo parecería irresponsable. Es un buen motivo para no pedirle dinero.
Pero incluso sin condiciones directas, el dinero público corrompe a quienes lo reciben. El especialista en educación Charles Glenn escribió en 1989:
Aquellos que creen firmemente en la educación religiosa y temen que la influencia del Estado llegue con la financiación pública tienen motivos para preocuparse. Los centros católicos y protestantes en Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Canadá y Alemania Occidental han sido asimilados cada vez más por las premisas y los valores de la enseñanza pública. Este proceso no parece siquiera el resultado de un esfuerzo deliberados (...), sino de la dificultad de mantener distancias con las premisas y valores del sistema imperante por parte de un centro privado que juega según las normas públicas.
Una vez que el sistema de cheques se extienda, podemos contar con que el establishment educativo, especialmente los sindicatos de profesores, encontrará la forma de darle la vuelta para que funcione a su favor. No tendrá que buscar ideas muy lejos. Hace varios años, el New Democrat, publicado por el Democratic Leadership Council (los demócratas "moderados" a los que Bill Clinton lleva asociado desde hace tiempo) y el Progressive Policy Institute (una organización fundada por mi cuñado), recomendó que cualquier programa de cheques escolares obligase a los centros privados a admitir a todos los niños y "cumplir o superar ciertos estándares de funcionamiento para seguir recibiendo fondos del contribuyente".
El editorial, titulado Contraatacando a los cheques, afirmaba: "Una enmienda semejante convertiría en la práctica a los centros privados que recibieran cheques en Charter Schools públicas. Un centro público no se define por quién 'lo posee', sino por sus características: acceso universal y transparencia de resultados frente al público". En otras palabras, el dinero de los cheques es un obstáculo que los "edúcratas" pueden sortear.
Por supuesto, para nosotros los liberales la mejor idea es separar la escuela del Estado de un solo golpe. ¿Cómo se podrían permitir los padres la matricula? Bueno, para empezar tendrían más dinero si no tuvieran que pagar tan altos impuestos para pagar escuelas públicas gestionadas con la incompetencia que les caracteriza. Muchos centros privados hacen ya un trabajo mejor que los públicos por la mitad del coste. Por toda África, padres mucho más pobres que los norteamericanos pagan por enviar a sus hijos a colegios privados con ánimo de lucro. Las organizaciones privadas de caridad ayudarían a quienes realmente no tienen dinero para pagar la matricula, como hago yo a través de la maravillosa Student Sponsor Partners.
La educación es demasiado importante para dejarse en manos del Estado. Cuanto más libres sean padres y empresarios, mayor innovación habrá en la enseñanza norteamericana y más aprenderán los alumnos.